viernes, 27 de diciembre de 2013

¿TIENE USTED UNA INFECCIÓN
DE CANDIDA ALBICANS?


· Si se siente como una babosa, y tiene que arrastrarse para poder salir de la cama cada mañana...

· Si está triste sin motivo, siente ansiedad y el menor desafío le parece una montaña...

· Si sufre problemas digestivos, picores, migrañas, dolores de cabeza...

· Si ha probado todos los regímenes sin conseguir jamás perder peso; si tiene dificultades de concentración y la impresión de tener la cabeza como un bombo...

Éstas son señales de que es probable que quizá sufra una infección por el hongo microscópico o levadura llamado Candida albicans.

Las horribles fechorías de Candida albicans

Cuando se sufre una infección de Candida albicans, decimos que se sufre de "micosis" o más precisamente "candidiasis", la micosis más común.

El gran público conoce sobre todo la candidiasis como boqueras (o boceras), esas manchas blancas en la boca y los labios que pican horriblemente. Las boqueras afectan sobre todo a los lactantes y a las personas cuyo sistema inmunitario está debilitado (personas que siguen un tratamiento con antibióticos, una quimioterapia o que tienen sida). El diagnóstico en este caso es evidente y la mayoría de los médicos no se equivoca.

Pero en realidad, nuestras sociedades industriales están infectadas con Candida albicans en un porcentaje mucho mayor del de las personas que sufren boqueras. Por ejemplo, el 90% de los estadounidenses tienen una tasa más elevada de lo normal de Candida albicans en el intestino; 80 millones de personas están infectadas y el 70% son mujeres. (1)

En España, por dar un dato, Candida albicans es el sexto factor de infección nosocomial (la que se adquiere al estar ingresado en centros de salud) con una tendencia que no deja de ascender: del 2,4% en 1990 al 5,8% en 2006. (2)

Además, una gran parte de la población tiene micosis en los dedos de los pies y a menudo bajo las uñas: se trata en la mayoría de los casos de colonias de Candida albicans. El problema comienza por los dedos de los pies, donde aparecen rojeces en forma de pequeños botones. Las uñas de los pies se inflaman y luego adquieren una tonalidad amarillenta o blanquecina… se engrosan, se agrietan y acaban por desprenderse.

Es horrible, evidentemente. Pero aún hay algo peor...



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